Manifiesto Púb(l)ico

Manifiesto Púbico se presenta como un acto colectivo ejecutado por mujeres que intervienen la ciudad marcando un territorio estático, eje estructural de la sociedad cubana. Utilizando exclusivamente el elemento de la columna como forma simbólica falocrática aludida por Alejo Carpentier como “La ciudad de las columnas”, Joaristi recoge esta ciudad como una metáfora del espacio masculinizado, como un eje estructural de una ciudad machista que continúa con el mismo devenir o un modo de operar con los cuerpos de las mujeres, que nos remite a un pasado impertérrito.

La artista trabaja con un objeto pub(l)ico a nivel simbólico sin exponer el cuerpo ni representarlo. Alude al símbolo que significa al cuerpo a través de la genitalidad para producir un choque que resignifique las estructuras urbanas. La acción performativa pretende generar ruido en la naturalización del concepto de los espacios, pensando los elementos que lo habitan como algo que cuestiona aquello que no nos habíamos parado a ver pero que de una forma u otra se significan mediante una revisión de lo cotidiano. Tanto las agresiones como las estructuras, forman parte del vivir ciudad de una forma inmóvil en el tiempo. La intervención de estos elementos nos remiten a la asociación simbólica que entronca a la ciudad. Tanto los agresores como los pilares que sostienen la urbe se presentan como estructuras estáticas naturalizadas que este proyecto propone subvertir,

Así habitar el espacio urbano se convierte en experiencias que conforman parte de la memoria del miedo y el dolor de la artista. Esta cultura de la violación y acoso puesta en marcha por agresores, sitúa a los cuerpos de las mujeres en una posición de vulnerabilidad. Es una estructura orgánica la cual es reforzada por los actantes y los vouayeurs que se hacen presentes en esta situaciones. Las microviolencias están asumidas también por el silencio complice de los muros, las aceras y las esquinas.

La arquitectura mayor impuesta, desplaza no solo al sujeto físico, sino también al ejercicio de transitar por los espacios públicos en libertad. Damos cuenta de que hay una articulación de diferentes miradas: el que agrede, el que es cómplice, el que asiente y la mirada espejo de aquellas que heredan la agresión como un gesto cotidiano que provoca a reformular la exposición vivida desde una mirada presente. Cuerpos en conflictos, cuerpos en deseo y cuerpos en violencia.

La artista se posiciona desde el otro lado del espejo, en un juego donde se cruzan el reflejo de un tiempo pasado, con otro que le atraviesa afectado por el devenir geográfico de los diferentes países habitados y contextos temporales que le han permitido madurar y tomar distancia. Este proyecto revisita a La Habana rescatando memorias de dolor y se encuentra en la empatía de los cuerpos que actualmente siguen afectados por las mismas dinámicas. Incorpora el cuerpo cosificado a modo de pubis, como símbolo universal de los cuerpos de mujeres sin atender a una realidad que podría atravesar a otras realidades y diversidades de tipo racial, o de identidades subversivas. Tratando intencionadamente de manejarse en parámetros netamente binómicos para evidenciar una necesidad de reequilibrio en los espacios públicos, que pueda abrir luego un debate sobre las otras silencialidades.

La performance se plantea como una reapropiación del espacio público por las vulnerables, asumiendo que las calles y las noches también son de las mujeres. Para ello Joaristi propone reocupar el cotidiano en las calles, desde un empoderamiento femenino que deje una huella efímera en la ciudad, que a su vez pueda ser apropiada por los transeuntes y llevada a modo de fetiche a su espacio privado. La propuesta deseada es ver como una ciudad se acuesta masculinizada y se despierta feminizada.

Con esta obra Aimee Joaristi, se postula como una artista que versa sobre la violencia desde una perspectiva de memorias afectadas, atendiendo a sucesos cercanos que atraviesan contextos geográficos y generacionales, como ya hizo en “Tres Cruces” o “Guerra Continua” siempre en una búsqueda de equidad hacia reflexiones que eliminen las barreras y las diferencias que establece el poder. La artista transita desde experiencias que ahondan desde lo vital, transitan por lo geográfico y finalmente interseccionan en su obra de forma categórica.

Adriana F. & Francisco Brives

Documentación de todas las intervenciones púb(l)icas en las ciudades de Habana y Matanzas, Cuba; Tokio, Japón; Sudáfrica; Madrid, España; Venecia, Italia; San José, Costa Rica; y Miami, Estados Unidos.

Manifiesto Púb(l)ico en Los Ángeles, Estados Unidos.

Manifiesto Púb(l)ico en Madrid, España

Manifiesto Púb(l)ico en Sudáfrica

Manifiesto Púb(l)ico en San José, Costa Rica. Durante la Noche en Blanco

Manifiesto Púb(l)ico en Tokio, Japón.

Manifiesto Púb(l)ico en La Habana, Cuba. Durante la Bienal de La Habana

Manifiesto Púb(l)ico en Miami, Estados Unidos. Durante Art Basel

Manifiesto Púb(l)ico en Venezia, Italia. Durante la Bienal de Venezia

Un coño tiene pelos

La propuesta de asociar el vello corporal con la liberación femenina no es nueva. De hecho, ya hace décadas que en Europa muchas mujeres dejan sus axilas y piernas peludas como acompañamiento de nuevas ideas y exigencias de igualdad en diferentes ámbitos. Resulta entonces increíble que tantos años después se sigan librando las mismas luchas, pero parece que aún son necesarias. Es, sin embargo, importante recordar que estas luchas están marcadas no solo por el género, sino también por la clase social, pues las luchas de las mujeres blancas de clase alta no son las de todas las mujeres.

Culturalmente la belleza y las estética no son iguales para todas las personas y por esto, entre otras razones, resulta insoportable y carente de sentido, las imposiciones de moda, el largo del cabello o el grueso de las cejas como símbolos de clase o elegancia.

Paralelos a maravillosos logros hacia la igualdad, los cuerpos lampiños y escurridos siguen liderando la estética y la belleza impuesta desde hace mucho por este sistema  patriarcal. Muchas mujeres se ven presas en cuerpos supuestamente inadecuados, castigadas, avasalladas por el pecado de tener senos muy grandes o muy pequeños, cabello crespo o talla ocho. La obra Manifiesto Púbico viene, de una forma lúdica y fogosa, característica de la artista Aimeé Joaristi, a recordarnos que el concepto patriarcal de belleza y sexualidad sigue siendo un talón de Aquiles en la lucha contra la desigualdad. Cabe decir que la estética masculina ha ido cambiando también con el tiempo, y que el sistema patriarcal ejerce brutales imposiciones en los hombres que no distan mucho del dolor, sacrificio y presión social por el inalcanzable ideal de perfección impuesto a las mujeres desde hace ya mucho tiempo. Es por esto que nos identificamos con el Manifiesto Púbico, porque nos agota la imposición de la moda sobre el cuerpo, la infantilización del sexo y los hombres que necesitan imaginar niñas impúberes para dar la talla. El coño tiene pelos, después de algunos años, también tiene canas y en el otoño de la vida naturalmente se deshoja. Estas condiciones, totalmente naturales, son muchas veces castigadas en la intimidad, así como en espacios públicos las arrugas, o los kilos de más. No se trata de juzgar a aquellas personas que escogen depilarse, sino de dejar claro que cada quien tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que le plaza, y que sería maravilloso librarnos de tanto estereotipo. Entre gracioso y profundo, entre juego y verdad, Aimeé Joaristi nos recuerda la necesidad de salvaguardar el derecho de llevar el cuerpo como cada quien quiera, como nos guste o nos sintamos bien, lejos de la complacencia ajena y cerca del respeto y al amor propio. Aimeé nos invita a que nuestro cuerpo sea un voto al derrocamiento de los ideales estéticos y sexuales que tanto dolor causan.

Ileana Contreras Castro
Escritora

Pubises en construcción

Pubic Wig. 2020. Textil de peluche en bolsa. 20 x 13 cm

Pub(i)c booth. 2022. Instalación. Montada en Galería Cuarto37

Pub(i)c booth. 2022. Instalación. Montada en Galería Cuarto 37

Pub(i)c booth. 2022. Instalación. Montada en Galería Cuarto37

“Pub(l)ic Booth” es una obra de múltiples medios y lenguajes artísticos, entre los cuales se contempla el textil, el performance, la instalación inmersiva y el arte conceptual. Como material sexual subversivo, asemeja un mostrador de estética entre sex shop y night club, donde los visitantes pueden comprar su peluca púbica como reivindicación del cuerpo velludo de la mujer, censurado por siglos de patriarcado que ha impuesto la belleza lampiña.

La instalación es parte la serie “Manifiesto Púb(l)ico”, donde la artista ha venido colocando por la ciudad pubis femeninos de textil, peludos, negros y triangulares, en puntos estratégicos y azarosos para que dialogaran con el transeúnte casual. Joaristi intervino los muros de Matanza y La Habana en su natal Cuba, durante la XIII Bienal de La Habana, pasando también a las calles de San José, su residencia actual en Costa Rica, así como a Los Ángeles y a Miami durante Art Basel. Los pubis también cruzaron océanos y se manifestaron masivamente, apareciendo en las paredes de Madrid, Venecia durante la bienal, Tokio y varias localidades de Sudáfrica. El Manifiesto Púb(l)ico se convirtió en un fenómeno intercontinental que se condensa en el tamaño de un mostrador de tienda para la comodidad instalativa de “Pub(l)ic Booth”.

Visualmente, esta obra apela a una tradición contemporánea en la que el cuerpo velludo de la mujer se convierte en símbolo iconográfico de resistencia feminista. Esto permite darle una salida graciosa, usando el humor como herramienta que históricamente se ha mostrado poderosa y agitadora para cuestionar y derribar discursos hegemónicos. El chiste, asimismo, es un medio popular y siempre bienvenido para alcanzar lo profundo de la psique.

La instalación de Joaristi es una promesa afrodisíaca para el tacto, una invitación a retomar el cuerpo como objeto tocable. Esta emergencia de con-tacto en la era de la virtualidad nos invita a hacer comunidad de manera sensorial, en relación con la propia intimidad táctil. Tocar se fundamenta aquí como un acto social y político, que es a su vez es la manifestación más privada de lo que nos delimita como cuerpos.

Esta beligerancia pública y privada que presenta la obra, es visible en su presencia performática en las calles, contrastando con la intimidad de la instalación, que exhibe pubis triangulares y suaves entre luces de neón atrayentes y fetichistas. Por un lado, el performance de Joaristi nos envía a la resocialización post-pandémica de los cuerpos, donde nos quedó la asoladora lección del “distanciamiento social” como forma de biopoder y del teletrabajo como modo de vida. Mientras que, por el otro lado, su instalación “Pub(l)ic Booth” invita a tocar y a conectar, a través de la tentación del textil que permite abrir en el espectador un lugar para la introspección y para la emergencia de emociones, como sólo la compleja historia del textil puede provocar.

La obra es un lugar para el intercambio íntimo con el visitante, y es esta conectividad la que permite disociar nuestros cuerpos del tabú y repensarlos en colectividad. Desestabilizar esta mitificada “nueva normalidad” donde nadie se toca es una tarea atrevida, para la que se requiere de la sensibilidad, sensualidad y humor de propuestas artísticas como la de Joaristi.

Tatiana Muñoz Brenes
Historiadora del arte y curadora feminista

 

En la trayectoria artística de Aimée Joaristi siempre ha existido un espacio seguro para la gestación de obras que se relacionan abiertamente con las problemáticas sociales y políticas de su país de origen: Cuba. A veces se trata de piezas supeditadas a una intención súbita, a un sentimiento coyuntural; pero en otras ocasiones recurre a ideas y procesos que alcanzan la categoría de serie, y que va desarrollando de manera progresiva en su trabajo. Esta es una variante de producción idónea para mantener su grado de conexión y actualidad con el contexto insular de descendencia; pero también una alternativa para reforzar sus niveles de compromiso social y cultural con ese escenario.

A mi juicio, el proyecto de las banderas con el título de “Tendida” es una de las obras que más hondo ha calado en esa visión crítica que tiene Aimée Joaristi sobre los trágicos derroteros de la sociedad cubana. La funcionalidad del discurso y el impacto visual de esta instalación recae tanto en la selección preliminar del símbolo patrio, como en las múltiples insinuaciones formales y metafóricas que desarrolla en su representación. 

Aimée Joaristi es consciente de que este abordaje alegórico del símbolo es una práctica habitual dentro de la producción artística cubana; pero que esa “habitualidad” está más condicionada por un sentido de deber, de pacto comunitario, que por un estado de seducción recurrente. Desde esta perspectiva de enfoque es que le interesa aportar al imaginero, formar parte del inventario colectivo, de la nómina de autores en cuyo acervo se reconoce un momento especial de acercamiento y especulación sobre el importante atributo nacional. Creo que pocas imágenes simbólicas como ésta son capaces de suscitar actitudes de conciliación entre los artistas plásticos de ascendencia cubana, independientemente de la postura política que defiendan o la región que hayan elegido para vivir. 

Me atrevería a ser más resuelto en la especulación, y afirmar que en este proyecto se infiere también una sutil actitud de solidaridad, de respaldo, al activismo político de los jóvenes artistas del Movimiento San Isidro, constituido en las zonas marginales de la Habana Vieja, y hoy condenados injustamente por haber manifestado su oposición al gobierno. De manera particular, intuyo un mensaje de apoyo y aliento hacia uno de sus líderes, el artista visual Luis Manuel Otero, también retenido actualmente en cárceles cubanas, y sobre quien cayó todo el peso de la ley por haber utilizado la bandera cubana en algunas de sus intervenciones públicas y performance.

Lo primero que podría comentar en cuanto al abordaje matérico de este proyecto de Aimée Joaristi, es que la imagen de la bandera cubana es asumida, manipulada, desde una perspectiva de deconstrucción física y precariedad. El objeto fluctúa suspicazmente entre la materia altiva, el tejido de culto, de veneración, y el paño indigente, el lienzo raído por la penuria y la conflagración. Resonancias visuales que creo nos llegan desde su conjunto anterior denominado “Sudarios”. En función de esta expresividad ambigua, Aimée Joaristi no reproduce de manera detallada la estructura o el dibujo de la bandera, sino que simula de forma elemental sus principales componentes, y lo hace además sobre una tela en extremo débil, traslucida. Si nos fijamos bien, comprobaremos además que el triángulo se retuerce, se curva eventualmente, parece disentir de su función concéntrica; que el espacio de la estrella se perfora y recorta sobre el ambiente exterior; que los colores conocidos cambian su carga denotativa o son sustituidos por otras tonalidades (el rojo en representación del dolor o el verde de la esperanza); y hasta por instantes se trasmutan hacia un negro áspero, dando la impresión de un dramático enlutamiento; que las franjas caen en colgajos infinitos hasta el pavimento o la tierra, como una especie de “herejía” frente a esa creencia popular de que el atributo no debe nunca tocar el suelo.

La forma simple, casi ordinaria, con la que la artista suele colgar o extender estos enormes vestigios de banderas en espacios exteriores o en las galerías, comentan también sobre un estandarte resentido, enjuriado; pero que a pesar de ello se resiste a perder por completo su connotación cívica, identitaria, y sobre todo su competencia simbólica para la unidad… Una inexcusable visión en parábola parece remontarnos hacia las calles habaneras; hacia esas sábanas de mugrienta blancura que “tienden” algunos citadinos, y que baten incesantemente como “fe de vida” sobre los balcones pobres y desesperanzados de la Habana vieja.

David Mateo

Banderas Púbicas

Banderas Púbicas

A cuerpo entero. 2020. Intervención de espejo. 150x50x4cm

A cuerpo entero. 2020. Intervención de espejo. 150x50x4cm

XXXIX (Manifiesto púbico). Janet Batet

Ven. Todo está aquí en mi cáliz
Miasma de sangre de gusanos
y murciélagos,
y grasa de hipopótamos.
Hiel de cabra y polvillo de víboras
y arsénico, y cal viva,
y hasta tierra de Chipre.

Carapachos de tortugas cercenados.
La misma concha que mató a Hypatia.
Cuchillos de sílice, hierro y cobre,
y pinzas que no cejan y Gillette de tres hojas.
Y Cleopatra, y Helena, y la guerra de Troya.

Delta de brazos como tentáculos.
Brazos fuertes.
Garras de corneja y no coneja
hincadas sobre el vértice
de ese otro vértice de mis dos piernas.

Tajazo en plena selva
Donde todavía sangran
Joan Wytte y Elly Kedward,
y Elisabeth Sawyer y Sara Hellen,
y Margaret Jones y Marie Laveau,
y Madame Blavatsky y Juana la Loca.

Pirámide invertida de mi coño.
Mi coño, lleno de pelo
que no es lomo de delfín
y si erizo, y si araña,
y gato negro.

Mi coño, que es el coño de mi madre
y de la tuya.
Mi coño, que es el coño de mi hija.
Mi coño, que no es cáliz ni un carajo
sino tu moratoria.

Pubis de Manifiesto Púbico. 2020. Arte objeto. 23,5 x 25 cm

Pubis de Manifiesto Púbico. 2020. Arte objeto. 23,5 x 25 cm

Manifiesto Púbico en el Kendall Art Center, Miami, 2019

Manifiesto Púb(l)ico

Manifiesto Púbico es una acción feminista de dimensiones políticas y culturales, que la artista de origen cubano, afincada en Costa Rica, Aimée Joaristi, viene realizando por varias ciudades del mundo. Orquestado sobre la dramaturgia de la performance, terminó por expandir sus fronteras para convertirse –de facto– en un gesto cultural de reivindicación, de afirmación y de empoderamiento de la voz femenina. Activando el principio de la participación colectiva y del diálogo con el otro, comenzó en La Habana y en Matanzas (Cuba), dentro del programa de la XIII Edición de la Bienal de La Habana. La isla fue el comienzo de este itinerario de pubis que han llegado hasta Japón, África, España, Italia, Costa Rica y Brasil. El pubis deviene aquí en el símbolo por antonomasia de esa condición y es el elemento seriado que usa la artista –sin tener que exponer el cuerpo o representarlo– para arbitrar, mediante su uso, un ejercicio de re-significación de las estructuras urbanas y de las relaciones de poder que se tejen entorno a ellas.

Andrés Isaac Santana
Curador